domingo, 25 de marzo de 2012

Yo acuso: el arte contemporáneo.

A partir de la lectura de los siguientes textos y de los videos que los acompañan, redactar una reflexión de no más de una carilla sobre el tema tratado para entregar el miércoles 11 de abril.

La zona boba:

 En los remotos pasillos de los ghettos artísticos se escucha a menudo la perogrullada de que el cuestionamiento del arte contemporáneo es una pérdida inútil de tiempo y de energía, porque nada de lo que se diga o de lo que se haga va a cambiar la realidad de los hechos. Creo que los que piensan de ese modo tienen toda la razón, pero también creo que los hechos consumados son un espacio inmejorable para la reflexión, y creo que la Historia es una disciplina muy respetable, a pesar de ser los hechos consumados su objeto de estudio. Por lo tanto, podemos continuar con el tema sin ningún sentimiento de culpa y sin la pretensión de cambiar nada. El lunes pasado, Clarín publicó una entrevista al videoartista escocés Douglas Gordon, a quien presentó como “una de las principales figuras del arte actual”. El hombre expone en el Malba la muestra “Timeline”, compuesta por la filmación propia de un elefante y varias videoinstalaciones, es decir, tramos de películas muy conocidas y mezcladas a piaccere, siguiendo el método de los disc jockey. La obra principal, según dice la nota, consiste en la proyección continuada durante 24 horas de algunas secuencias de la película “Psicosis”, de Hitchcock; otra la protagoniza una mosca, y otra más fue hecha con partes de las películas “El exorcista” y “La canción de Bernadette”. ¿Qué habrá querido decirnos el videoartista al repetir una película de Hitchcock durante 24 horas? ¿Será un homenaje a Hitchcock? ¿O una evocación de Warhol, que en los años 70 hizo una película de 8 horas de un hombre durmiendo? ¿Se tratará de una condena del capitalismo o de una variante de los alegatos ambientalistas? Preguntado por qué trabaja con animales, el videoartista sólo respondió: “No lo sé. Nunca lo pensé”. “Pero ese video con un elefante a tamaño natural da para pensar algunas cosas”, insistió la cronista. “Eso surgió porque un día me levanté y pensé: 'Quiero ver una película con un elefante acostado, nunca vi una”. El irracionalismo y la estupidez que llenan las respuestas y las obras de Gordon no es lo interesante de la nota, ni tampoco es interesante el hecho de que el hombre esté organizando nada menos que 15 exposiciones en distintas partes del mundo; lo verdaderamente interesante es la absoluta impunidad que lo rodea, porque esa impunidad proviene de la total claudicación de los criterios de inteligencia vigentes en el resto de la actividad cultural, actitud que contribuye a consolidar al arte contemporáneo como la zona boba del mundo globalizado. Inmovilizado por la amenaza de ser acusado de ignorante o reaccionario o, peor aún, de derechista (¿quién se anima a enfrentar la acusación de derechista en el campo de la cultura?), tanto el periodismo como los intelectuales y el público de arte optan, salvo contadas excepciones, por encogerse de hombros y mirar para otro lado, como si fueran incapaces de advertir que lo que se vende como arte contemporáneo es una alevosa burbuja de irracionalismo y estupidez. La gran pregunta acerca de los artistas y curadores dedicados a presentar películas de terceros (o mingitorios, o tiburones en formol, o las inacabables porciones de nada a las que nos tienen acostumbrados desde hace ocho o nueve décadas), es sobre la fortaleza de su creencia. ¿Padecerán crisis de fe como la que aquejó a la madre Teresa de Calcuta, que confesó no haber sentido la presencia de Dios “ni en su corazón ni en la eucaristía”, y que durante los últimos cincuenta años de su vida esperó una señal que nunca llegó? ¿Acaso es posible tener una fe absoluta en lo inexistente? Esos artistas que se ufanan de no saber dibujar y aseguran no necesitarlo, porque lo suyo es trabajar con películas ajenas o juntar cosas por ahí para llevarlas a una galería e intentar convencernos de que están haciendo arte, ¿tendrán una creencia sin fisuras o esperarán, como la madre Teresa, una señal convincente, tal vez la llegada del Espíritu de la época convertido en paloma y diciéndoles “ustedes son los elegidos”?

Tomado de http://arteytextos.blogspot.com/2007/09/la-zona-boba.html

Unos de los credores más poderosos del arte contemporáneo:

Con algo más de 40 años, Gordon es considerado desde antes de cumplir los 30, como uno de los creadores más poderosos en el mundo del video arte, un mundo al que está consagrando su vida artística dentro de unos parámetros que lo podrían relacionar con el arte conceptual, ya que las ideas, el mensaje es lo fundamental para Gordon, independientemente de la vía que se utilice para expresarlas.
Las obras visuales de Douglas Gordon subvierten la realidad que el espectador vincula a lo que está viendo, ya que muchas de las imágenes que Gordon vuelca en sus obras provienen de obras muy conocidas de la historia del cine. Ese es el caso de 24 Hours Psycho, una proyección sobre dos pantallas traslúcidas del clásico de Hitchcock, Psicosis, ralentizada de tal forma que el visionado completo de la película habría que hacerlo en 24 horas. Eso distorsiona totalmente la imagen que tiene el espectador de esa película, y, al mismo tiempo, la desazón se acentúa por el hecho de que se está viendo a través de la pantalla la presencia de otros espectadores.
Eso también hace que el espectador se involucre, aún a su pesar, en la obra de arte y entre a formar parte de la misma mientras se interroga acerca de qué es lo que está viendo, y entra a ser una pieza más de un juego en el que se cuestiona el concepto de autoría y de original. Alrededor irá viendo una serie de imágenes muchas veces acompañadas por textos que tienen poco de convencionales, que llaman a la curiosidad y nos demuestran que las cosas o son siempre como nosotros pensamos que son.
En ese sentido, a Graham le gusta trabajar con pares de conceptos como son los de realidad-ficción, bien-mal, verdad-mentira, vida-muerte. En Ahora no (1998), escribe un texto en el que se habla en pasado y en futuro, sin que el presente aparezca por ningún lado. Como dice G. Fernández en theartwolf.com en relación a la obra titulada De Dios nada (1996): “El espectador puede recorrer la sala, leyendo el texto, compartiendo miedos, despreciando otros e incluso imaginándose otros nuevos, bajo la tenue e inquietante luz de las tres bombillas”.
La obra de Gordon Graham tiene también un lado más oscuro, más referida a su propio interior, caso de los cráneos que colecciona y sobre los que talla una estrella de cinco puntas por cada año cumplido. “Estos cráneos se nos aparecen repetidamente dentro de contextos variables. La figura de la estrella alude a la célebre foto que Man Ray tomó de Marcel Duchamp en 1919, en la que se ve una tonsura en forma de estrella de cinco puntas, probablemente un gesto anticlerical”.




sábado, 24 de marzo de 2012

¿Qué es la arquitectura?

http://www.slideshare.net/ferro21/que-es-la-arquitectura-12140430

Saber ver el arte, apenas un acercamiento.

http://www.slideshare.net/ferro21/saber-ver-el-arte-apenas-un-acercamiento

Las Artes Escénicas en Oriente


Cuando hablamos de Oriente, en general, nos estamos refiriendo a Asia, pero se trata de todo un continente, con lo cual en su desarrollo cultural e histórico encontramos diferencias entre los países y grupos humanos que lo componen. Ya hemos hecho constar que los orígenes de las Artes Escénicas en estos países orientales no es diferente de los orígenes en Occidente, pero en Occidente se produce una ruptura significativa y un renacer con la desaparición de las religiones politeístas e idólatras y el nacimiento del Cristianismo, mientras que en Oriente la aparición del Budismo y su evolución y extensión por los diferentes países no supone nunca la desaparición de lo anterior, sino la adaptación a la nueva religión o la convivencia de ambas religiones, la anterior y la nueva.


Máscara de teatro Noh japonés.



No se produce una ruptura radical y una suspensión de las Artes que de ella se derivan. Tal ocurre, por ejemplo, con el Sintoísmo y el Budismo en Japón, o el Budismo y el Confucionismo en China. En Japón, la aparición de la rama del Budismo Zen da lugar a una forma teatral, el No, que no choca con otras formas tradicionales, sino que asume las anteriores tendencias.
La conservación de tradiciones anteriores es una norma en la evolución teatral, musical y de la danza en Asia, la mayoría de las veces con el máximo respeto a las formas establecidas, en las cuales no se incluyen novedades ni variaciones. La creatividad de los dramaturgos se mueve dentro de los cauces tradicionales. Las formas interpretativas están perfectamente tipificadas y son respetadas en los menores detalles, incluso con la especialización de actores en papeles concretos. La perfección en la representación es el valor máximo.
Por otra parte, las Artes Escénicas en Oriente tienen otra importante característica: la no diversificación de las diferentes formas escénicas, pues tanto el teatro, como la danza, la música, la pantomima, e incluso las artes marciales en ocasiones, como ocurre en la Ópera de Beijing, son partes imprescindibles de la representación, que no pueden darse unas sin las otras. Cualquier espectáculo representativo está constituido por la perfecta armonía de todas estas artes.
Entre todas las tradiciones escénicas orientales la más compleja y exquisita es la japonesa, con una evolución de la tradición que llega hasta el siglo XVIII y que se extiende más adelante en una renovación en el siglo XX. Hay que recordar que un escritor como Yukío Mishima escribe piezas de teatro No de temas contemporáneos.
Es también destacable el gran desarrollo que tienen las representaciones en las que no actúan seres humanos sino títeres, marionetas o sombras, así como el uso de máscaras tipificadas, de gran tradición artística y de facturas exquisitas.
El teatro japonés atribuye el origen de las Artes Escénicas a un suceso celeste entre dioses. La diosa Amaterasu, diosa del sol, se enfadó con unos de sus hermanos y se escondió en una cueva, de modo que el cielo y el mundo quedó a oscuras con peligro de muerte para todos los seres vivos. Los dioses ingeniaron una treta para sacarla de su cueva: decoraron los alrededores de la gruta con banderolas, flores y y joyas. También prendieron un gran espejo en la entrada de la cueva. Entonces todos ellos se pusieron a hacer música con tambores y pífanos, mientras otra diosa, Ameno-Uzume, danzaba y cantaba en el umbral danzas obscenas y cómicas. Este espectáculo hizo que Amaterasu saliera de la gruta y se iluminara el mundo de nuevo. Estas y otras tradiciones antiquísimas sobre los dioses nos hablan de los orígenes sagrados del teatro, de la música y de la danza. El lugar del teatro estaba señalado en la liturgia, y se daban en grandes festivales; eran plegarias dramatizadas y pantomimas que alejaban las desdichas del pueblo. Así, por ejemplo, la kagura, danza lenta y hieráticas que se celebraba en el palacio imperial, interpretadas por sacerdotes especializados en su representación. Esta danza será el origen del drama. Durante el período feudal inicial se introdujeron las máscaras en estas representaciones. La eclosión del teatro japonés se produce en el siglo XIV, con el teatro nogaku, llamado también No. En principio estaba destinado a glorificar a las divinidades sintoístas, pero pronto se amplió con leyendas guerreras y heroicas, lo que hace que se desarrolle ya como teatro profano. Esta tradición, matizada por el Budismo Zen, dará lugar al Noh conservado actualmente, que trata sobre todo de representar, no tanto historias, sino ambientes, situaciones, climas emotivos.
Otra tradición importante es la hindú. La India atribuye a Brahma la paternidad del teatro, quien añadió a los cuatro vedas de la religión brahmánica un quinto libro, el Natya-veda, donde se representaba el drama de los dioses, lo cual fue transmitido a los seres humanos para que los poetas terrestres pudieran componer dramas perfectos como los de los dioses. Siva, a su vez, creó la danza llamada violenta (danza guerrera), y la diosa Parvati la llamada danza de encantamiento. La rama hindú del Tantrismo, mezcla a sus ritos también elementos espectaculares eróticos. La fiesta de Rama se celebra aún en nuestros días con una ceremonia teatral, en el campo, ante muchedumbres de peregrinos. Se representan pantomimas sobre las bodas de Sita y Rama. Sin embargo, ha sido la fábula del dios Krishna la que ha dado lugar a representaciones dramáticas más significativas, entre lo cómico, lo poético y lo dramático. Al igual que en Japón, la añadidura de leyendas épicas, que cantaban rapsodas, y su inicial representación escénica, hizo que el teatro fuera cada vez más profano.
Hay que hacer notar que en las grandes ciudades y capitales asiáticas, donde se siguen manteniendo las formas escénicas tradicionales, durante el siglo XX se produce una gran influencia de las formas literarias occidentales, de las música y danza, y, por supuesto, de las formas teatrales de Occidente. Al mismo tiempo se produce el movimiento recíproco, es decir, las formas orientales son valoradas y apreciadas en Occidente, y grandes directores de escena incorporan a sus espectáculos aprendizajes hechos en estas tradiciones lejanas, como es el caso de Peter Brook. Actualmente, en un mundo globalizado, es mucho más fácil que estas influencias mutuas obren sobre los artistas escénicos, y es también más fácil la difusión de espectáculos, tanto tradicionales como novedosos.