sábado, 13 de febrero de 2010

La aparición del arte. El Paleolítico

Las primeras representaciones artísticas se ubican en el período de la Prehistoria denominado Paleolítico Superior, caracterizado por los cambios tecnológicos introducidos hace unos 40.000 años en extensas regiones de Europa y Asia, en relación con las herramientas de hueso y pedernal.
Respecto a la distribución geográfica del arte prehistórico, es cierto que la mayoría de los yacimientos se encuentran en el continente europeo. Por este motivo, tradicionalmente se consideraba que era Europa el lugar de origen de la actividad artística humana; hoy en día la cuestión parece menos clara, puesto que se han localizado restos muy antiguos en un área geográfica bastante más amplia, que incluye los continentes africano, asiático y americano.
Continúa siendo evidente, sin embargo, que numéricamente los restos europeos son predominantes. Una franja que discurre entre el sur de Francia y el norte de España (la cornisa cantábrica) acoge a una gran mayoría de hallazgos, y sin duda a los más espectaculares.
La subsistencia del hombre de este tiempo dependía de la caza y la recolección, lo que le significaba una vida nómada y en grupos que se calcula no sobrepasaban los 30 integrantes.

El principal soporte del arte paleolítico es la piedra, sobre la que se realizaban las pinturas murales y la mayoría de grabados y esculturas. Además de la piedra, también se utilizaban en ocasiones los huesos o los cuernos de los animales, y si existió, como no parece improbable, un arte realizado en otros materiales, éste no ha llegado hasta nosotros.

Podemos clasificar las obras de arte según estén realizadas directamente sobre las paredes de las cuevas, o bien formen parte del denominado arte mueble o mobiliar, es decir que puede ser transportado.
Pinturas y grabados rupestres, que a menudo aparecen combinados, pertenecen a la primera categoría. Dentro de la segunda destacan las pequeñas esculturas conocidas como venus, aunque también los motivos grabados sobre pequeñas placas de piedra o de algún otro material.

Al arte paleolítico le corresponde una duración superior a los 20.000 años, aproximadamente en el período entre hace 30.000 y 9.500 años. Los primeros objetos de arte datables de que disponemos se atribuyen a la cultura Auriñaciense (variante geográfica inicial dentro del Paleolítico Superior) y se encontraron en Vogelgerd, Alemania, en un nivel fecha a más de 30.000 años A.C. Una de las características del arte paleolítico es su homogeneidad, así como su fidelidad a fórmulas. Los dibujos rupestres, por ejemplo, se adscriben a un inventario concreto y éste persistió con muy pocos cambios a lo largo de todo el período en el que se decoraron cuevas. Tal continuidad durante un período tan largo resulta única en la historia del arte, y la única explicación que hay para ellas es que refleja la estabilidad social que suponemos en sus creadores.

El arte paleolítico en sí constituye el comienzo del arte, pero las piezas más antiguas que conocemos no son necesariamente los primeros esfuerzos artísticos del hombre. Las figuras de Volgerged, por ejemplo, aparecen ya tan terminadas que quizá deberíamos considerarlas como los primeros objetos subsistentes hechos de material durable (en este caso de marfil de mamut), que estuvieron precedidos por una serie experimental en madera. En un lapso de 20.000 años todas las obras se encuentran en todos los períodos; es decir que la escultura no precedió a la obra bidimensional, ni el grabado a la pintura.
De igual modo que no tuvo precursores, el arte paleolítico tampoco poseyó descendientes directos: las culturas del Mesolítico, que siguió al Paleolítico en Europa, produjeron poco arte y de tipo simple y rudimentario.

Pinturas y grabados rupestres

La pintura rupestre aparece sobre todo en el interior de las cuevas, que eran el hábitat predilecto de los hombres del paleolítico. Su distribución en ellas es un aspecto interesante, ya que parece que en determinadas épocas se prefirió decorar sus partes más externas, y en otras los lugares más profundos. En todo caso, los grabados sí parecen situarse siempre en las entradas, o bien en rocas situadas al aire libre. En estos abrigos abiertos también podemos encontrar pinturas, aunque su conservación es mucho más complicada debido a las inclemencias del tiempo.


Un aspecto técnico muy característico es el aprovechamiento de la superficie de la pared para definir o dar más fuerza al motivo representado. Es como si la forma accidentada de la roca hubiera indicado al artista el camino a seguir: una ondulación puede servir para representar el vientre de un animal, un pequeño agujero natural, ser utilizado como un ojo. La técnica del silueteado parece ser habitual: se dibujaban los contornos de las figuras en un tono generalmente oscuro, y luego se llenaban con color las áreas que quedaban dentro. Las pinturas pueden ser monocromas o combinar los colores básicos utilizados, el negro y el rojizo. Aunque fueran sólo dos, la gama de tonalidades conseguidas con ellas puede llegar a ser muy alta, incluso llegando al amarillo.
La pintura se obtenía de mezclar alguna materia grasa con minerales que proporcionaran el color deseado (carbón, manganeso, yeso), y se aplicaba a las paredes de distintos modos: con las manos; con plumas o cañas; con mechones de plantas o de pelos de animal, a modo de pincel; o bien con una especie de “lapices” o amasamientos de color (algo así como la moderna técnica del pastel).
Tanto en la pintura como en el arte mobiliar los temas representados son fundamentalmente tres: los animales, la figura humana y los signos. De los tres, sin duda el tema de los animales es predominante.

Los animales que se representan corresponden a los que vivían en Europa en el paleolítico superior, algunos hoy extinguidos, como el mamut por ejemplo. Aparecen más reiterados los animales herbívoros: caballos, bisontes, ciervos. Menos aparecen los carnívoros, como el oso o algún tipo de felino.
Bastante menos abundantes son las pinturas antropomorfas. Se agrega además que mientras en los animales la representación realista se da con mucha frecuencia, los seres humanos suelen representarse de forma más estilizada.
Entre las representaciones humanas cabe incluir también unas características manos “impresas” en las rocas. Pueden ser representadas en positivo o en negativo.


Las primeras se realizan presionando sobre la piedra la mano mojada en pintura, las segundas delimitando su contorno con una gran mancha de color. El significado de las manos es equívoco. Quizás en algunos casos sean la representación de algún lenguaje de signos. Otras veces parecen tener cierto sentido de posesión, por ejemplo cuando aparecen sobre figuras de animales.

El tercer tipo de tema representado es el de los signos, también de muy difícil interpretación debido a su enorme variedad; están presentes en todas las cuevas acompañando (quizás complementando) la pintura figurativa o bien en solitario. Algunos parecen ser abstracciones de cosas reales, como los que pueden parecer cabañas (llamados tectiformes) o los identificados como trampas para animales. Otros, quizás los más comunes, tienen un evidente contenido sexual.

Posibles interpretaciones de las representaciones rupestres
Tradicionalmente se pensaba que debían relacionarse con el mundo mágico-religioso, es decir que simbolizaban o formaban ellas mismas partes de rituales mágicos propiciatorios. Las tan habituales representaciones de animales podrían ser entonces prefiguraciones de las cacerías reales, en las que el artista pretendía tomar metafóricamente posesión de la presa antes de iniciar la caza. Sin embargo, la no correspondencia entre los animales pintados y los que realmente eran consumidos en las cuevas desvirtúa bastante esta hipótesis (a partir de los análisis de los restos de comida prehistórica encontrados en las cuevas).
La misma idea se puede aplicar a cierto tipo de figuras que serían alusiones a la fecundidad, como la representación de animales preñados o las composiciones de distintos signos de carácter explícitamente sexual.
Una teoría más moderna, desarrollada por A. Leroi-Gourham, interpreta los conjuntos pictóricos en un sentido único, es decir considerando que todos los motivos pintados o grabados de una cueva están relacionados entre sí. La decoración puede interpretarse entonces como una viva representación del entorno real del hombre del paleolítico, casi como un moderno paisaje, aunque un paisaje simbólico que incluye tanto escenas narrativas como motivos que aluden a conceptos más o menos abstractos, especialmente a la dualidad femenino-masculino.
En su día, esta teoría revolucionó el modo de estudiar el arte prehistórico, aunque también es verdad que ha recibido algunas críticas, sobre todo porque existen muchas cuevas en donde no es posible aplicarla (por ejemplo en las cuevas donde hay solamente signos).



El arte mobiliario

Las estatuillas denominadas venus son las figuras más características de los restos escultóricos del paleolítico. También son las más comunes aunque no las únicas.
Las venus son esculturas de piedra de tamaño reducido y de formas compactas, que miden entre 5 y 25 cm. Representan indudablemente mujeres, habitualmente desnudas y de formas muy rotundas: los pechos, el vientre, las caderas, los muslos y el sexo suelen destacarse mucho, mientras que por el contrario tanto la cabeza como las extremidades son muy sencillas, a menudo solamente esbozadas.
En general se trata de piezas de muy alta calidad, en las que se percibe un especial cuidado en la ejecución.
Se han encontrado básicamente dentro de las cuevas o lugares de hábitat.
Los hallazgos abarcan geográficamente un territorio muy amplio, entre Siberia y Europa, aunque son especialmente comunes en la zona central del continente europeo. Entre las venus más conocidas destacan las de Willendorf, Lespugue, Grimaldi o Menton, así como la realizada sobre hueso de Moravany (Eslovaquia).
Su abundancia presupone una notable importancia de la mujer en las actividades sociales y religiosas del paleolítico, aunque su significado concreto se nos escapa.
La hipótesis más aceptada es que se trata de representaciones de diosas-madres vinculadas a la fecundidad, cosa que explicaría las formas gruesas y el hecho de destacarse partes anatómicas vinculadas a la reproducción y a la alimentación. También podrían ser simplemente divinidades protectoras del grupo humano, o incluso de personas individuales. Incluso se ha apuntado que podrían ser la representación de un ideal de belleza, lo que por otra parte no impide considerar también válida la función mágico-religiosa.
Junto a estas figuras femeninas, han aparecido figuras de animales. La más perfecta es la cabeza de caballo relinchando, tallada en asta de reno, encontrada en Mas d’Azil (Francia). Puede figurar también como prototipo de esta faceta del arte mobiliar la pareja de bisontes, macho y hembra, halladas en la cueva de Tuc d’Audoubert (Francia).
Asimismo pueden incluirse en el arte mobiliar de esta época los llamados bastones de mando tallados y los dibujos en relieve en losetas de caliza.






UNA INFORMACIÓN DE PRENSA SOBRE LAS DISCUSIONES DE LOS EXPERTOS SOBRE LA INTERPRETACIÓN DEL ARTE PALEOLÍTICO

El País - Domingo, 18 de agosto de 2002
UN GRUPO DE EXPERTOS DESENTRAÑA EL MISTERIO DEL ARTE PALEOLÍTICO
¿Cosa de chamanes? ¿Manifestación cultural para la caza? ¿Magia? ¿Diversión? Pues todo a la vez y según los casos. A esa conclusión llegaron los participantes de un curso en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander.
JESÚS RUIZ MANTILLA

No hay una razón que explique el arte paleolítico en su conjunto, depende de cada circunstancia', asegura José Antonio Lasheras, director del Museo de Altamira. Ya nadie trata de imponer una teoría, la razón de por qué los primeros humanos, hace 30.000 años y más, empezaron a llenar las cavernas de caballos, cazadores, bisontes, mamúts... 'Los teóricos del arte prehistórico nos hemos hecho más modestos', afirma Gerhard Bosisnki, catedrático de prehistoria de la Universidad de Colonia.
Los dos han sido activos participantes de un curso, titulado Significado del arte paleolítico, que se ha celebrado esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), en Santander. En él, diversos expertos de todo el mundo han tratado de dar su visión de ese hecho.
Todo empezó con la magia. 'Era la base de las teorías de antes de la II Guerra Mundial. Se pintaba como una suerte de arte de magia para la caza', asegura Joaquín González Echegaray, director del curso y responsable del Instituto para Investigaciones Prehistóricas Santander-Chicago.
Luego llegó el estructuralismo y el psicoanálisis. Las teorías de Leroy Gourham o Max Raphael, que buscaban las razones en el inconsciente y que estuvieron de moda en los años sesenta. 'Según ellos había animales que representaban lo masculino y, otros, lo femenino, como el caballo, para los hombres, o el bisonte, para las mujeres. Todos transmitían un mensaje del que los autores no eran conscientes', asegura González Echegaray.
Teorías para todos los gustos y disgustos, que trataban de dar unidad a un hecho prehistórico crucial: 'La creación, el indicio más importante de que el hombre era diferente a los animales', asegura Lasheras. Algo que forjó una conciencia de superioridad, de dominio, de poder, también. Y algo que está repartido en una región, la cornisa cantábrica española y el sur de Francia, donde se concentra la mayor manifestación de talento prehistórico en 50 cuevas importantes, según Lasheras y Bosisnski. 'Son las que tienen interés dentro de un área más grande cuyos límites van de los Urales, en Rusia, a Campo de Gibraltar, en la península Ibérica, donde están las alrededor de 300 cuevas conocidas hasta ahora en Europa'.
Bosisnski, 'el mayor experto europeo en el mundo prehistórico' según Lasheras, trata de descifrar las principales motivaciones del arte. 'Eran guías para iniciar a la vida, a la cultura y a la caza a los más jóvenes. También fiestas de culto, formas de acercar a la gente a entender su cosmogonía, una explicación del todo, una orientación'.
Una forma de comunicación que empezó hace 35.000 años ya con técnica depurada, como ha demostrado el descubrimiento de las pinturas en Chauvet, las cuevas cercanas a Marsella descubiertas en 1994, y se extiende hasta hace 10.000 con un punto definitivo en Altamira, cuyas figuras datan de hace 15.000 años.
¿Quiénes eran los artistas? Individuos con ascendente, influencia y autoridad, parece claro. 'Los chamanes debían saber pintar o aprender para ejercer como tales', dice Lasheras. Pero también debían ser magos, curanderos, sacerdotes. Lo que está fuera de toda duda es que tenían talentos descomunales y son artistas anónimos, reconocidos hoy por sus colegas contemporáneos'.
La pregunta del millón, es averiguar dónde adquirían esa técnica, cómo aprendían a pintar cuando no había referentes, nada más que la pura y dura realidad. 'No hay claridad, no se sabe dónde empezó todo. Probablemente se iniciaron las técnicas en África y luego se fueron extendiendo a Europa', dice Lasheras. Bosinski no lo ve claro: 'En cualquier parte pudo surgir; antes de los grandes templos había pequeños objetos móviles donde de ensayaba, en piedras sueltas, cosas así'.


El Neolítico y el Arte
Los grupos de cazadores-recolectores del paleolítico europeo se transformaron lentamente (o quizás fueron sustituidos) por nuevas comunidades humanas que practicaban la agricultura, la domesticación de animales y cuyo tipo de vida pronto desembocó en el sedentarismo. A estos cambios le siguieron la aparición de la cerámica, el tejido, el urbanismo, la rueda, la navegación.

El dominio de la agricultura se considera el aspecto fundamental del período neolítico, cuyo término significa literalmente “piedra nueva” y alude a la mejor calidad de los utensilios pétreos utilizados por el ser humano. La duración del neolítico difiere de forma notable entre las distintas regiones del mundo, aunque se considera que su inicio ocurrió hace unos 10.000 años.

Del establecimiento de la ganadería y de una economía de base ganadera surge la trashumancia, que pone en contacto a los pueblos y, consecuentemente, facilita la comunicación entre gentes de culturas, tierras y tribus diversas. La emigración de tribus y la difusión de técnicas, que cada grupo aprende del grupo vecino, va extendiendo las culturas neolíticas desde su foco originario hacia el resto del mundo. De estos contactos y del desarrollo simultáneo de la agricultura surgen, entre otras cosas, los primeros molinos manuales para moler los granos que se cultivan.
Puede seguirse el Neolítico con relativa exactitud en la zona de Canaán, región en donde surgen culturas agrícolas, sedentarias, (las primeras culturas agrícolas surgieron sin duda en el Sudeste de Anatolia hacia el 8.000 a.C.) probablemente antes del 7.000 a.C. Se sabe de la siembra, recolección y almacenaje de cereales, y se sabe que domesticaron algunos animales, y entre ellos, el primero, el perro. Se construyeron poblados de casas de adobe, con cubierta plana, aproximadamente rectangulares en medianería, sin calles y con entrada por la cubierta.
La innovación se difundió con extrema rapidez y antes del 7.000 a.C. ya se constata al menos una gran ciudad, Jericó, con una superficie de unas cuatro hectáreas, con una muralla de piedra y un foso excavado de unos 8 metros de ancho por 3 metros de fondo, y con, al menos, una gran torre circular de 9 metros de altura, que se pensó servía como torre de vigilancia, con escalera para acceder al techo y a la parte alta de la muralla, pero que realmente resultó ser un muro contra inundaciones y un almacén de grano. Esta primera cultura neolítica (Neolítico pre-alfarero) duró desde aproximadamente el 7.500 a.C. al 6.500 a.C.

La pintura
La expresión pictórica que conocemos del neolítico es menos abundante y monumental que la del paleolítico, presentando como rasgo característico lo que los investigadores han denominado arte esquemático, debido a que sus motivos son siempre más estilizados.



La decoración con trazos esquemáticos aparece también sobre materiales y objetos diversos, tanto en utensilios de sílex como en la primitiva cerámica. Más tardíamente la difusión del bronce abrió nuevos campos de expresión, que coinciden con una paulatina transformación de las distintas sociedades europeas, donde los anteriores cultos a las diosas-madre se sustituyen en el ámbito religioso por un acusado predominio de lo masculino.




Las construcciones
Las construcciones megalíticas llaman poderosamente la atención tanto por su carácter colosal como por sus enigmáticos significados. Estas grandes construcciones fueron realizadas por culturas que habitaban básicamente la parte occidental de Europa, desde los países nórdicos hasta la península ibérica. Su cronología alcanza desde el neolítico, cuando se construyeron quizás las estructuras más simples, hasta la plena edad del bronce, cuando fueron realizados conjuntos tan monumentales como el célebre santuario de Stonehenge, en Gran Bretaña.
La arquitectura megalítica se caracteriza por el uso de colosales bloques de piedra, que pueden colocarse alzados de forma individual (menhires) o bien disponerse en grupos de tres o más bloques formando una estructura arquitrabada (dólmenes). Son habituales los conjuntos ordenados de menhires, que se denominan alineamientos cuando se disponen en líneas rectas, o cromlechs si su composición en circular.



Los menhires acostumbran a ser simples bloques de piedra en estado natural, aunque en ocasiones están toscamente labrados e incluso algunos tienen sencillos grabados en sus caras interiores. Su tamaño es muy variable, desde los más pequeños que no superan el metro hasta algunos extraordinariamente colosales, incluso de más de 20 m.


Entre los agrupamientos más notables, cabe destacar las de la Bretaña francesa (alineamientos de Carnal) y por supuesto los cromlechs de Gran Bretaña, entre los que sobresale Stonehenge. Su significado no está de todo claro, aunque probablemente se relacionen con algún tipo de culto solar.



Los dólmenes, en cambio, tenían una función funeraria, es decir eran el lugar para enterramientos individuales o colectivos. Aunque actualmente los vemos en la superficie, todos ellos estaban sepultados por túmulos de tierra o de piedras, dejando al descubierto tan sólo la entrada.


La cerámica
La cerámica comenzó siendo un tosco modelado a mano, de barro sin cocer. Poco a poco se fue adquiriendo la experiencia necesaria para utilizar el torno y luego apareció el gusto por la decoración. Las variadas formas de decoración de la cerámica nos han facilitado el estudio de las distintas culturas neolíticas y también la fijación de su cronología.
En la decoración encontramos que puede estar pintada o con engobe (se obtiene al sumergir la vasija húmeda en la pintura), pero en realidad esta decoración es característica del neolítico más reciente. La cerámica más primitiva aparece sin pintar y decorada por impresión (grabados): el más famoso es el cardial, en el que se imprime la concha del berberecho, esta decoración identifica a los pueblos neolíticos del Oriente Mediterráneo.Elementos de decoración:
Puede cubrir toda la vasija o sólo en partes, formando bandas horizontales sin formarlas.
Figurativas: reproducen figuras (animales: zoomorfas - plantas: fitomorfas - hombres: antropomorfas)
No figurativas: signos geométricos.




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